Depresión post ictus: Vivir tras un ACV
Cada año coincidiendo con el primer jueves de Octubre se celebra el Día Europeo de la Depresión. ¿Con qué objetivo? Nada más y nada menos que profundizar y dar a conocer esta afectación que sufren más de 300 millones de personas en el mundo.
Depresión: Algo más que tristeza
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se considera que la depresión es la principal causa de discapacidad a nivel mundial.
En líneas generales, la depresión se ha relacionado con el sentimiento de tristeza. ¿Quién no ha asociado la imagen de una persona con depresión a una persona triste y que llora con frecuencia? No se puede considerar depresión cualquier expresión de tristeza o cansancio.
Porque… la depresión es mucho más que eso. Se trata de una enfermedad grave que nos puede afectar a todos, sin distinción, tanto física como mentalmente.
La depresión se puede manifestar de diferentes maneras dependiendo de cada persona. No obstante (aparte de la tristeza) entre los síntomas más comunes encontramos malestar general, falta de energía, anhedonia o pérdida de ilusión, apatía, irritabilidad…
Algunos estudios han observado incluso que las personas que sufren esta patología pueden presentar hasta 21 veces más ideas relacionadas con el suicidio.
¿Por qué se produce la depresión?
La suma de determinados componentes psicológicos, sociales y biológicos dan lugar a lo que se conoce como depresión.
Hay algunos factores como el sexo (mayor probabilidad en mujeres), los antecedentes familiares, el consumo de alcohol o drogas o la presencia de enfermedades como cáncer, diabetes, enfermedad de Alzheimer, daño cerebral,… que pueden favorecer su aparición.
Enfrentarse a dificultades en la vida como puede ser una pérdida de empleo, una ruptura de pareja, el fallecimiento de una persona cercana o cualquier episodio que implique pérdida de control hace que la probabilidad de desarrollar depresión aumente de manera considerable.
“Depresión. Algo más que tristeza”
Depresión post-ictus: Un espejo roto
Cuando se sufre un ictus se producen una combinación de síntomas físicos, déficits cognitivos (heminegligencias, afasias, agnosias,..) y alteraciones conductuales (ira, agresividad,…).
Pero, ¿dónde quedan las alteraciones emocionales? A pesar de encontrarse en un aparente segundo plano, la depresión post ictus (DPI), se encuentra muy relacionada con el daño cerebral adquirido. Tanto es así que los cuadros depresivos se observan hasta en un 50% de pacientes agudos.
Bajo el término “depresión post ictus” hacemos referencia al episodio depresivo mayor sufrido tras un daño cerebral. Periodo en el que se produce de manera significativa un estado de ánimo deprimido y una disminución del interés.
Cada vez que vemos a una persona que ha sufrido un ictus debemos imaginárnosla mirándose frente a un espejo. Un espejo roto, hecho añicos tras el daño sufrido. Un espejo que ya no le devuelve el mismo reflejo que antes sino que ahora se ve dividido en varios trozos. Varios fragmentos hechos pedazos que representan el miedo a volver a pasar por lo mismo, la baja autoestima, la preocupación por la salud, la incertidumbre, los sentimientos de invalidez, etc.
La depresión post ictus es semejante a la depresión en personas que no han vivido un daño cerebral. No obstante los síntomas son más complejos y se dividen en tres grupos:
- Alteraciones emocionales donde se incluye la tristeza, anhedonia, apatía, llanto y temor…
- Alteraciones de tipo somático como la fatiga o cansancio ante pequeños esfuerzos o las dificultades relacionadas con el sueño.
- Alteraciones cognitivas representadas en forma de déficits de memoria, dificultades atencionales, incapacidad en la toma de decisiones y en la planificación, etc.
El riesgo de sufrir depresión tras pasar por un accidente cerebrovascular aumenta de manera considerable sobre todo en pacientes de mayor edad, mujeres, con antecedentes previos o con un bajo nivel educativo.
“Depresión post ictus”
¿Una especie de duelo frente a un trastorno adaptativo?
Estar triste de vez en cuando es normal, sobre todo teniendo en cuenta que al sufrir un daño cerebral adquirido la vida se pone patas arriba. Además es importante recalcar que “está bien no estar bien” y que es necesario dar salida a todas las emociones incluida la tristeza y el enfado.
Una manera de interpretar la depresión post-ictus es planteando la probabilidad de que se trate de una especie de adaptación ante un duelo. El duelo no es solo el dolor ante la muerte sino que además incluye la reacción ante cualquier pérdida significativa como pueden ser el ver mermadas sus capacidades cognitivas y volitivas que imposibiliten su autonomía.
Al encontrarse en una situación de dependencia la persona genera una reacción psicológica en respuesta a su situación de discapacidad. Es por ello que sería positivo plantear los cuadros depresivos post-ictus sin patologizar ni estigmatizar la enfermedad sino más bien normalizando tanto la reacción adaptativa como sus consecuencias.
Rehabilitación de la depresión post ictus
La rotura del espejo que mencionábamos antes provoca que esta afectación neurológica derive en depresión lo cual no solo hace que se retrase la rehabilitación sino que además aumenta los obstáculos.
Lamentablemente y pese a que actualmente existen tratamientos de probada eficacia y evidencia científica un gran porcentaje de afectados de depresión se ven privados de posibles soluciones debido a los diagnósticos erróneos y/o a la falta de recursos y personal capacitado.
Factores como la identificación temprana impulsan a la prevención y a su precoz tratamiento.
La terapia cognitivo-conductual (junto con el consumo de antidepresivos en caso de ser necesario y bajo prescripción médica) promueve la identificación y aprendizaje de nuevos mecanismos de afrontamiento junto con el manejo de técnicas de autocontrol para evitar que el ánimo depresivo se cronifique con el tiempo.
Al mismo tiempo es fundamental hacer hincapié en la psicoeducación y establecimiento de técnicas relacionadas con la higiene del sueño y unos buenos hábitos alimenticios.
No podemos olvidarnos de la familia
Sufrir un ictus es un acontecimiento vital estresante. No solo para la persona afectada sino también para toda la familia que puede sufrir ansiedad y sobrecarga al tener que adaptarse a las nuevas circunstancias.
“ayuda en la depresión post ictus”
En el proceso de neurorehabilitación del daño cerebral adquirido es de vital importancia prestar atención al estado de ánimo en general y a la depresión post ictus en particular ya que tiene gran repercusión en la calidad de vida de la persona afectada.
En Indane contamos con un equipo multidisciplinar con un gran componente humano cuyo principal objetivo es ayudar al paciente y a su entorno más cercano.
MAIRENA VÁZQUEZ RODRÍGUEZ – NEUROPSICÓLOGA COLEGIADA M-31749